Por: Misael Habana de los Santos
Primer movimiento
Yo creo que Mario Moreno va a regresar a MC. Las puertas en Morena se le cerraron desde que la presidenta Claudia Sheinbaum le rechazó “el regalazo” a su ex jefe y amigo Ángel Aguirre Rivero allá en Ometepec.
Mientras tanto, en Acapulco empiezan a abrirse más frentes para la presidencia municipal. Abelina López Rodríguez, en las últimas semanas, ha intensificado inauguraciones y arranques de obras por todo el municipio. Con eso dejó en evidencia —y en ridículo— a sus adversarios: diputados, auditores y suspirantes que montaron una campaña perversa para descarrilar sus aspiraciones electorales. La insana cruzada cumplió parte de su objetivo: al menos tiznó a la alcaldesa.
La gran pregunta es: ¿quién va a sustituir a Abelina López cuando se vaya? Abelina, por supuesto, tiene su carta: la secretaria Leticia Lozano, ya mencionada en pasillos y sobremesas. Pero dentro de Morena surgen otras voces que levantan la mano, y entre ellas la de Pablo Amílcar Sandoval. Él, al aceptar la determinación que hizo de Félix Salgado candidato al gobierno de Guerrero, recibió un salvoconducto para el 2027 y 2030 que parece dispuesto a hacer válido.
Vale recordar: Pablo ya había competido en la elección pasada contra Félix, cuando todavía no se definía la candidatura. Al final, Félix se quedó con la estafeta que después perdió en el INE, y la candidatura terminó en manos de Evelyn Salgado, hoy gobernadora. Ahora parece que Pablo insiste, y la novedad es que Acapulco quizá no entre en la regla de género, aunque en otros municipios sí.
En Morena la baraja no es corta. Citlali Calixto aparece en las quinielas; Joaquín “Jacko” Badillo carga el estigma priista y la falta de convicciones auténticas de la 4T, además de un distanciamiento con su jefe. También se menciona a Javier Taja, con respaldo en la Cámara de Diputados. Y en otra esquina, Ricardo Salinas, subsecretario de Finanzas, que cuenta con el apoyo de quien realmente manda en la entidad. Una carta con peso.
Así está el escenario: nombres reciclados, familias de siempre, cartuchos que ya olieron pólvora electoral. La sucesión en Acapulco no se define por talento ni frescura, sino por quién aguante más manoseos en la tómbola del poder. Lo mordaz es que, gane quien gane, al pueblo acapulqueño siempre le toca la misma rifa: el tigre sin rayas, la piñata sin dulces.
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Segundo movimiento
Me clavo en las redes sociales con constancia —no sé si a ustedes les pase—, pero a mí sí: me llega información de Colombia a cada rato. Y hoy no creo que sea casualidad. Hay un activismo fuerte, sobre todo en torno a Palestina, que se respira en los muros digitales.
Ahí está, por ejemplo, el “Free Palestine”: campaña intensa en redes, particularmente entre quienes sienten afinidad con el pueblo palestino. No es de todos ni para todos, sino de quienes comparten esa simpatía. Y yo confieso: la tengo.
La semana pasada, en la ONU, desfilaron líderes mundiales. Netanyahu, presidente de Israel; Donald Trump, todavía en su papel de bravucón gringo; y Gustavo Petro, presidente de Colombia.
Trump, fiel a su estilo, fue a regañar al mundo. Dijo que la ONU no servía para nada, le retiró fondos a la Organización Mundial de la Salud y volvió a negar la ciencia: que si las vacunas no sirven, que el cambio climático no existe… un rosario de ocurrencias que son un atentado contra la inteligencia colectiva.
Netanyahu, por su parte, cosechó repudio de las naciones democráticas y humanistas. Su ofensiva en Gaza ha dejado muertos a niños, mujeres y civiles que solo defienden su tierra y su derecho a la vida. El cinismo disfrazado de “seguridad nacional”.
Y entonces apareció Petro. Gustavo Francisco Petro Urrego. En la ONU habló con voz de dignidad latinoamericana. Llamó a las cosas por su nombre: condenó la masacre en Palestina y, de paso, propuso que la sede de la ONU se traslade a otro país, porque en Estados Unidos el castigo por disentir es inmediato: quitarte la visa. Dicho y hecho: tras su discurso, el gobierno de Trump se la retiró.
Pero la historia se puso mejor al salir del edificio. Afuera, una multitud protestaba contra Netanyahu, contra Israel, contra Trump. ¿El organizador? Roger Waters, fundador de Pink Floyd. El del The Dark Side of the Moon. Waters invitó a Petro a caminar con él hasta el mitin y juntos hablaron de la causa palestina. Dos caballeros en Nueva York —como diría Sting, aunque aquí eran guitarra y palabra—.
Yo ando pensando en hacer un Reel con esa escena, musicalizado con Englishman in New York. Porque la crónica ya está escrita en las calles: un rockero legendario y un presidente del sur levantando la voz por Palestina.
Larga vida a Petro, a Waters y a quienes defienden el humanismo frente al cinismo de los poderosos.
Y ahora sí, la invitación: este jueves 9 de octubre, a las cinco de la tarde, frente al Morro, habrá una concentración pacífica de solidaridad con Palestina. Caigan todos, lleven sus banderas, que se va a grabar un video para mandar un saludo desde Acapulco hasta Gaza.
No falten. Que Acapulco también diga: Palestina vive.